“¿Qué pasa ahora en Colombia?”, Me Preguntan. “Nada”, Respondo.
- Óscar Arboleda
- 21 de jan. de 2022
- 2 min de leitura
Atualizado: 8 de ago. de 2022

Óscar Arboleda
Óscar es musico y mestre em filosofía. Nascido en el Líbano, Colômbia, reside em Barcelona, Espanha.
—“No pasa nada” fue lo más responsable que pude decir.
—“Qué fachas!”, me señala uno… (voy corriendo con la lengua enredada):
—¡Hermano, un momento! Pasa que vengo de una de las 30 mejores economías del mundo y al mismo tiempo, uno de los países más desiguales del mundo[2]. Más que El Congo, India, Cuba, Venezuela, Etiopía… nombres que usan los políticos para mal decir.
Pasa que llevamos cinco décadas destrozándonos a bala, entre 260.000 soldados, 20.000 guerrilleros de las FARC, 4000 del ELN, 4000 del EPL, disidencias de las FARC, más de 30.000 paramilitares, 6000 integrantes de las bandas criminales (BACRIM)[4], ERP, MAQL, ERG, CRS… delincuencia urbana, pandillas… y no se sabe cuántos miles del narcotráfico.

Pasa que ACNUR reconoció a Colombia como el país con más desplazados en el planeta, por encima de Siria, Yemen, Afganistán…
Pasa que más de 6000 personas elegidas al azar murieron en un tecnicismo llamado Falsos positivos en un periodo de seis años, alguien como tú o como yo que un día cometió el delito de pararse en la esquina equivocada.
Pasa que al año se pierden por arte de magia 50 BILLONES de pesos en corrupción. Reficar, Interbolsa, Fidupretol, Odebrecht… ¿te suenan?
Pasa que narcoeconomía, narcopolítica, narcocultura, narcoestado y términos con todas sus variables son el pan de cada día en Colombia.
Pasa que más de 900 líderes sociales han sido acribillados uno por uno desde el 2016.
Pasa que con un salario chiquito, en 1998 nos pidieron dinero para salvar en un año a los bancos, 23 años después seguimos pagando con un «4 x 1000».
Pasa que el rico pide calma al hambriento y el pobre pide fantasías.
Pasa que con los años construimos unas barreras portátiles que no nos dejan mirarnos a la cara.
Pasa frustración en Colombia, pasa rabia, pasa indignación desde hace décadas, pero somos testarudos y no queremos acostumbrarnos.
Pasa que, si estuviera allí en Colombia, estaría en las calles marchando indignado y furioso, y al mismo tiempo rezando para que se termine la marcha para proteger a mis hermanos estudiantes, trabajadores de a pie y militares, con los que me crie a punta de arroz y huevo en una casa choneta.
Pasa que tengo amigos y familiares a quienes amo y admiro por su rectitud y su amor a ese país ingrato, unos comprometidos con las protestas, otros con la policía, con el ejército, con la Armada, con la iglesia, con la Academia, con la guerrilla… cada uno convencido, a su manera, de que el amor y la verdad puede salvarnos.
Pasa que tenemos fe, que creemos en las instituciones a pesar de todo, y que algo en el fondo nos dice que merecemos vivir mejor.

Pasa que usamos todos los mismos términos, pero no los mismos significados…
Ahh, sí… y hace poco empezó una propuesta por una reforma tributaria, para tapar un largo hueco financiero heredado de décadas de egoísmo, que, entre otras muchas más cosas, agrandó la pandemia del Coronavirus.
De resto, no ha pasado nada.